la corte de los milagros
insólita Dalt Vila (3)
[post nº 187]
Enrique Fajarnés Cardona
in memoriam
Descriré hoy esta peculiar 'corte de los milagros' y sus 'miserables' habitadores con la palabra ajena y exquisita de un gran escritor ibicenco, ya desparecido, al que tuve el gran placer de tratar en persona. Y lo hago añorando su pluma al recordarlo:
otrora tuvo sus 'miserables' | un mechinal al fondo
cancela hoy desmontada | soportales tapiados, hacia los años veinte
,,EL ANTIGUO PATIO DE ARMAS
Quien entre en la ciudad vieja por el Portal de ses Taules encuentra el inmediato patio de armas, rectángulo empedrado que tiene, al este, el pequeño cuerpo de guardia con un balconcito. Por el lado sur corre un espacio cubierto y porticado. Hacia poniente, un arco de medio punto da entrada a la Plaça de Vila. El archiduque Luis Salvador dibujó esa puerta, con una reja de madera que mi generación ya no conoció.
Sí vimos, en cambio, tapiados los intercolumnios del pórtico, detalle que aparece al fondo de otro grabado del Archiduque que muestra, frontalmente, el Portal de ses Taules. Así.. pues, a mediados del siglo XIX ya estaba aquel largo y estrecho ámbito interiormente segmentado por tabiques, dispuesto para plural habitación. ¿Fue el Ayuntamiento el paternal constructor de unos cuchitriles para refugio de pobres, o fueron los propios desvalidos quienes los hicieron, con la inhibición oficial, tan propia de los tiempos liberales?
No lo sabemos, pero conocimos a hombres y mujeres que ocupaban, hace medio siglo, aquellos mechinales. En el piso del cuerpo de guardia dormía un idiota, Pepe de la Ocha, que de día mendigaba en un poyo inferior y exhibía, de puro andrajoso, las vergüenzas. En el ángulo inmediato, una loca, la menuda Marieta, vivía con un perrito que llevaba en todas las salidas. Más allá, un familión distinguido por su reducidísima estatura, practicaba, según decíase, el incesto entre hermanos...
Pero en el centro de aquella galería de miserias, como dándole cierto decoro, estaban los Tatxos, ya no mendigos, sino artesanos, y artesanos hojalateros, que poniendo en el patio, con sus láminas blancas, sugestiones de plata, se alzaban casi a orfebres... El viejo Tatxos, hombre endeble, de gran bigote negro, trabajaba a la puerta de su chiribitil —útiles simples, pequeñas reparaciones— y parecía redimir, con su labor concienzuda, la pobreza y la locura de sus vecinos.
Y como si los brillos entre que vivían fuesen auténticos, había en la familia Tatxos horas de alegría, vino y guitarreo, con algunos músicos agregados, músicos modestos, así el popularísimo Cagamànecs. No era raro que en las noches de invierno se prolongase la tertulia en el cuartito, que enviaba así a la calle, con una raya de luz por la puerta entornada, la musiquilla humilde. Las fiestas onomásticas de algunos señores atraían a los músicos, dignamente pedigüeños, bajo los balcones iluminados. Y la Nochebuena los veía en la calle hasta el alba, zarabandistas y bebedores.
Unían así la artesanía y la bohemia, como una prefiguración de lo que había de ser, pasadas unas décadas, el patio de armas. Porque bien podemos considerarlos precursores de la pequeña industria de bisutería que hoy pone sus mesas de vanos fulgores entre las pilastras del pórtico, ya desunidas como en su origen. Y detrás de aquellas mesas se ven rostros e indumentos, de hombres y mujeres, que podrían emparejarse con los antiguos habitadores del patio, y acaso se oyen también guitarras, no más acordadas por cierto que la murga de los Tatxos...,, (Enrique Fajarnés Cardona, Lo que Ibiza me inspiró)
insólita Dalt Vila (3)
[post nº 187]
Enrique Fajarnés Cardona
in memoriam
Descriré hoy esta peculiar 'corte de los milagros' y sus 'miserables' habitadores con la palabra ajena y exquisita de un gran escritor ibicenco, ya desparecido, al que tuve el gran placer de tratar en persona. Y lo hago añorando su pluma al recordarlo:
otrora tuvo sus 'miserables' | un mechinal al fondo
cancela hoy desmontada | soportales tapiados, hacia los años veinte
,,EL ANTIGUO PATIO DE ARMAS
Quien entre en la ciudad vieja por el Portal de ses Taules encuentra el inmediato patio de armas, rectángulo empedrado que tiene, al este, el pequeño cuerpo de guardia con un balconcito. Por el lado sur corre un espacio cubierto y porticado. Hacia poniente, un arco de medio punto da entrada a la Plaça de Vila. El archiduque Luis Salvador dibujó esa puerta, con una reja de madera que mi generación ya no conoció.
Sí vimos, en cambio, tapiados los intercolumnios del pórtico, detalle que aparece al fondo de otro grabado del Archiduque que muestra, frontalmente, el Portal de ses Taules. Así.. pues, a mediados del siglo XIX ya estaba aquel largo y estrecho ámbito interiormente segmentado por tabiques, dispuesto para plural habitación. ¿Fue el Ayuntamiento el paternal constructor de unos cuchitriles para refugio de pobres, o fueron los propios desvalidos quienes los hicieron, con la inhibición oficial, tan propia de los tiempos liberales?
No lo sabemos, pero conocimos a hombres y mujeres que ocupaban, hace medio siglo, aquellos mechinales. En el piso del cuerpo de guardia dormía un idiota, Pepe de la Ocha, que de día mendigaba en un poyo inferior y exhibía, de puro andrajoso, las vergüenzas. En el ángulo inmediato, una loca, la menuda Marieta, vivía con un perrito que llevaba en todas las salidas. Más allá, un familión distinguido por su reducidísima estatura, practicaba, según decíase, el incesto entre hermanos...
Pero en el centro de aquella galería de miserias, como dándole cierto decoro, estaban los Tatxos, ya no mendigos, sino artesanos, y artesanos hojalateros, que poniendo en el patio, con sus láminas blancas, sugestiones de plata, se alzaban casi a orfebres... El viejo Tatxos, hombre endeble, de gran bigote negro, trabajaba a la puerta de su chiribitil —útiles simples, pequeñas reparaciones— y parecía redimir, con su labor concienzuda, la pobreza y la locura de sus vecinos.
Y como si los brillos entre que vivían fuesen auténticos, había en la familia Tatxos horas de alegría, vino y guitarreo, con algunos músicos agregados, músicos modestos, así el popularísimo Cagamànecs. No era raro que en las noches de invierno se prolongase la tertulia en el cuartito, que enviaba así a la calle, con una raya de luz por la puerta entornada, la musiquilla humilde. Las fiestas onomásticas de algunos señores atraían a los músicos, dignamente pedigüeños, bajo los balcones iluminados. Y la Nochebuena los veía en la calle hasta el alba, zarabandistas y bebedores.
Unían así la artesanía y la bohemia, como una prefiguración de lo que había de ser, pasadas unas décadas, el patio de armas. Porque bien podemos considerarlos precursores de la pequeña industria de bisutería que hoy pone sus mesas de vanos fulgores entre las pilastras del pórtico, ya desunidas como en su origen. Y detrás de aquellas mesas se ven rostros e indumentos, de hombres y mujeres, que podrían emparejarse con los antiguos habitadores del patio, y acaso se oyen también guitarras, no más acordadas por cierto que la murga de los Tatxos...,, (Enrique Fajarnés Cardona, Lo que Ibiza me inspiró)
1 Comments:
Gracias.
Una orgullosa nieta
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