infringiendo el Undécimo Mandamiento
de los 'Serafines Guardianes de las Auténticas Esencias'
(mal que les pese a los SGAE, copio texto enviado por homo viator)
Aprovechamos estas fechas para ahondar sobre los orígenes de la controversia entre el derecho de copia y el copyright de los autores.
Después de crear el cielo, el universo, las estrellas, la tierra, los animales, el hombre y la mujer, el Creador descansó. Y no es para menos que en siete días ni los fabricantes de Taiwan son capaces de currar tanto. Pero según una versión apócrifa de las Sagradas Escrituras, el paraíso terrenal no sólo estaba plagado de vergeles y frutos deliciosos, de una permanente primavera y de un bienestar eterno.
Las tecnologías campaban a sus anchas, y existían ordenadores sin Windows que no se colgaban jamás, no se conocían los virus, ni el spam, ni los hackers, ni el phising… Los ángeles usaban iPod, y los cánticos celestiales se entonaban en formato MP3 sin pérdida. Todo era sonido envolvente surround de alta calidad. Dios se comunicaba con el personal del Edén a través de una gigantesca pantalla de plasma, HD Ready, y no se le pixelaba ni una cana. Los habitantes del paraíso terrenal estaban en permanente contacto con el jefe, que controlaba todos sus movimientos mediante cámaras de videoconferencia, sutilmente camufladas entre las manzanas de los árboles prohibidos.
Pero lo bueno no dura eternamente. Dios, viendo confiado el buen uso de las tecnologías del que hacían sus criaturas, abrió la mano y fue facilitando el acceso a las comunicaciones y a contenidos exclusivos que antes estaban gestionados por su ejército de ángeles conocido por las siglas SGAE (Serafines Guardianes de las Auténticas Esencias).
El mal que siempre acecha, encarnado en un logotipo de Apple, tentó a Adán y con ayuda de un software de desencriptado desentrañó los secretos del universo y otros misterios de enjundia como el del sexo de los ángeles (lo cual no sentó muy bien entre los allegados celestiales del Supremo). Eva convenció a Adán para difundir estos conocimientos entre sus familiares (que por entonces ya eran muchos). La cosa se fue de madre y hubo que poner orden. A la serpiente la mandó a trabajar a Redmond y a los humanos los castigó a utilizar la plataforma Wintel. A la SGAE, le encomendó la tarea de luchar contra el mal disfrazado ahora de redes P2P y top manta. Y a Moisés le inspiró para que añadiera el undécimo y más importante mandamiento: No copiarás.
(mal que les pese a los SGAE, copio texto enviado por homo viator)
Aprovechamos estas fechas para ahondar sobre los orígenes de la controversia entre el derecho de copia y el copyright de los autores.
Después de crear el cielo, el universo, las estrellas, la tierra, los animales, el hombre y la mujer, el Creador descansó. Y no es para menos que en siete días ni los fabricantes de Taiwan son capaces de currar tanto. Pero según una versión apócrifa de las Sagradas Escrituras, el paraíso terrenal no sólo estaba plagado de vergeles y frutos deliciosos, de una permanente primavera y de un bienestar eterno.
Las tecnologías campaban a sus anchas, y existían ordenadores sin Windows que no se colgaban jamás, no se conocían los virus, ni el spam, ni los hackers, ni el phising… Los ángeles usaban iPod, y los cánticos celestiales se entonaban en formato MP3 sin pérdida. Todo era sonido envolvente surround de alta calidad. Dios se comunicaba con el personal del Edén a través de una gigantesca pantalla de plasma, HD Ready, y no se le pixelaba ni una cana. Los habitantes del paraíso terrenal estaban en permanente contacto con el jefe, que controlaba todos sus movimientos mediante cámaras de videoconferencia, sutilmente camufladas entre las manzanas de los árboles prohibidos.
Pero lo bueno no dura eternamente. Dios, viendo confiado el buen uso de las tecnologías del que hacían sus criaturas, abrió la mano y fue facilitando el acceso a las comunicaciones y a contenidos exclusivos que antes estaban gestionados por su ejército de ángeles conocido por las siglas SGAE (Serafines Guardianes de las Auténticas Esencias).
El mal que siempre acecha, encarnado en un logotipo de Apple, tentó a Adán y con ayuda de un software de desencriptado desentrañó los secretos del universo y otros misterios de enjundia como el del sexo de los ángeles (lo cual no sentó muy bien entre los allegados celestiales del Supremo). Eva convenció a Adán para difundir estos conocimientos entre sus familiares (que por entonces ya eran muchos). La cosa se fue de madre y hubo que poner orden. A la serpiente la mandó a trabajar a Redmond y a los humanos los castigó a utilizar la plataforma Wintel. A la SGAE, le encomendó la tarea de luchar contra el mal disfrazado ahora de redes P2P y top manta. Y a Moisés le inspiró para que añadiera el undécimo y más importante mandamiento: No copiarás.
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