Los bailes ibicencos. 'Sa llarga aplatufada'
Daniel Escandell (Diario de Ibiza, 16 de mayo de 1990)
in memoriam
[post nº 118]
Antonio Pomar (1990)
Entre la maravilla a escala mundial de nuestros bailes tradicionales, hay uno, que desde hace casi un siglo ya desaparecido, se guarda en la memoria de algunos ibicencos, que ya ancianos, guardan el testimonio de sus mayores contemporáneos y actores del mismo.
Siempre venimos afirmando que las Pitiusas son un museo vivo de arcaicas culturas, que conservadas en el subconsciente del puebló siguen proyectándose a la realidad actual, fósiles de lo antiguo que en el momento propicio cobran nueva vida y continúan en la historia cotidiana.
Con asombro, debemos tratar de un baile antiquísimo que según la tradición se bailó en Ibiza hasta fines del siglo pasado, y conocido con el nombre de "Sa Llarga aplatufada", y para algunos como "Sa Llarga ajupida". Baile que podemos traducir como, "La Llarga" agachada.
Hace ya algún tiempo, dimos a conocer las extraordinarias similitudes entre algunos de nuestros bailes ibicencos, con las muestras más antiguas de bailes del próximo Oriente. Especialmente de regiones próximas a la cordillera del Cáucaso. Armenia, Kurdistán, meseta de Anatolia, lo que por el momento conocemos.
Tan grande es en algunos casos la similitud de estos bailes que [una línea ilegible en mi fotocopia] para todos ellos. Llegando a nuestra isla con alguna de las primeras culturas conocidas, o, todavía alguna en lo ignoto que aquí se asentó hará cosa de tres mil años. Y procediendo del próximo Oriente como lo indican los indicios conocidos.
Al ser Ibiza una isla, se obra el milagro de la conservación de lo arcaico. Lo mismo ha pasado en valles perdidos entre poderosas cordilleras, como los Montes del Cáucaso, valles y mesetas que actúan al modo de islas continentales.
Hemos descrito lo similar de los saltos de los bailadores ibicencos en el baile "La Llarga", con los saltos de las danzas guerreras del Cáucaso. Y, originarios de aquella región son los no menos espectaculares bailes agachados, que muchas veces se bailan al unísono, siendo los más importantes de la antigua tradición y folklore ruso.
Y, he aquí el asombro ibicenco. Junto con "La Llarga", en Ibiza ha sido conocida una modalidad de este baile llamado "Sa Llarga aplatufada", "La llarga" agachada, en que el bailador baila los grandes saltos, cual si estuviera casi sentado a muy poca distancia del suelo. Mientras el movimiento de la mujer es el mismo que el de la "llarga" normal.
No tenemos que recalcar la similitud entre estos nuestros bailes y los rusos del Cáucaso, que son los más antiguos de Rusia, así su común origen ya indiscutible. Además, únicos en el mundo.
¿Y qué ocurrió en Ibiza para que este baile desapareciera?
Se trata de una anécdota. Según consultas a personas muy ancianas, todo se debió al cambio de moda en el vestir de los hombres.
Hasta la última década del.siglo pasado, los pantalones típicos del hombre ibicenco, plisados y'anchos, de fuerte lana unas veces, otras de un tejido de duro lino.conocido como "drap", permitían todo esfuerzo y movimiento.
Mas, hará unos cien años cambió la moda. El ibicenco vistió el traje llamado de "camisola", que se usó hasta los años sesenta de nuestro siglo.
En su origen los pantalones de este atuendo eran acampanados y muy ceñidos desde la cintura hasta la rodilla.
Y, si estos pantalones de lana fina apenas podían soportar los violentos movimientos y posturas del baile ibicenco, especialmente "la Llarga", en cuanto el bailador se agachaba para bailar esta modalidad de "llarga" agachada, y en el énfasis de los grandes saltos, casi a ras de suelo, los pantalones de la nueva moda... raassss…. de cintura abajo a trozos, todo al aire. Así no se podía con este baile, el orgullo del hombre ibicenco no podía soportar tal "strip-tease".
En contadas ocasiones, en lo que va de siglo, ha intentado bailarse sin demasiado éxito. El principal problema es que hay que ser, algo así como un atleta, con una gran robustez y agilidad de tobillos.
Creemos que entre los jóvenes de hoy, que con tanta afición e ímpetu se dedican a nuestros bailes tradicionales, ganando para nuestra historia además de la admiración de todos, primeros premios mundiales, puedan conseguirlo como lo hicieron sus abuelos a través de milenios.
Si alguna carta fuerte pueden jugar las Pitiusas en el mundo actual, la principal, es la de nuestra antiquísima cultura y tradición mediterránea.
Agradecemos a nuestro buen amigo Antonio Pomar la ilustración especial para este artículo. Excelente colorista y gran maestro de la línea y el movimiento en este dibujo, tal vez el primero de este baile, idealiza nuestra historia, o, si cabe, nuestra prehistoria.
Daniel Escandell (Diario de Ibiza, 16 de mayo de 1990)
in memoriam
[post nº 118]
Antonio Pomar (1990)
Entre la maravilla a escala mundial de nuestros bailes tradicionales, hay uno, que desde hace casi un siglo ya desaparecido, se guarda en la memoria de algunos ibicencos, que ya ancianos, guardan el testimonio de sus mayores contemporáneos y actores del mismo.
Siempre venimos afirmando que las Pitiusas son un museo vivo de arcaicas culturas, que conservadas en el subconsciente del puebló siguen proyectándose a la realidad actual, fósiles de lo antiguo que en el momento propicio cobran nueva vida y continúan en la historia cotidiana.
Con asombro, debemos tratar de un baile antiquísimo que según la tradición se bailó en Ibiza hasta fines del siglo pasado, y conocido con el nombre de "Sa Llarga aplatufada", y para algunos como "Sa Llarga ajupida". Baile que podemos traducir como, "La Llarga" agachada.
Hace ya algún tiempo, dimos a conocer las extraordinarias similitudes entre algunos de nuestros bailes ibicencos, con las muestras más antiguas de bailes del próximo Oriente. Especialmente de regiones próximas a la cordillera del Cáucaso. Armenia, Kurdistán, meseta de Anatolia, lo que por el momento conocemos.
Tan grande es en algunos casos la similitud de estos bailes que [una línea ilegible en mi fotocopia] para todos ellos. Llegando a nuestra isla con alguna de las primeras culturas conocidas, o, todavía alguna en lo ignoto que aquí se asentó hará cosa de tres mil años. Y procediendo del próximo Oriente como lo indican los indicios conocidos.
Al ser Ibiza una isla, se obra el milagro de la conservación de lo arcaico. Lo mismo ha pasado en valles perdidos entre poderosas cordilleras, como los Montes del Cáucaso, valles y mesetas que actúan al modo de islas continentales.
Hemos descrito lo similar de los saltos de los bailadores ibicencos en el baile "La Llarga", con los saltos de las danzas guerreras del Cáucaso. Y, originarios de aquella región son los no menos espectaculares bailes agachados, que muchas veces se bailan al unísono, siendo los más importantes de la antigua tradición y folklore ruso.
Y, he aquí el asombro ibicenco. Junto con "La Llarga", en Ibiza ha sido conocida una modalidad de este baile llamado "Sa Llarga aplatufada", "La llarga" agachada, en que el bailador baila los grandes saltos, cual si estuviera casi sentado a muy poca distancia del suelo. Mientras el movimiento de la mujer es el mismo que el de la "llarga" normal.
No tenemos que recalcar la similitud entre estos nuestros bailes y los rusos del Cáucaso, que son los más antiguos de Rusia, así su común origen ya indiscutible. Además, únicos en el mundo.
¿Y qué ocurrió en Ibiza para que este baile desapareciera?
Se trata de una anécdota. Según consultas a personas muy ancianas, todo se debió al cambio de moda en el vestir de los hombres.
Hasta la última década del.siglo pasado, los pantalones típicos del hombre ibicenco, plisados y'anchos, de fuerte lana unas veces, otras de un tejido de duro lino.conocido como "drap", permitían todo esfuerzo y movimiento.
Mas, hará unos cien años cambió la moda. El ibicenco vistió el traje llamado de "camisola", que se usó hasta los años sesenta de nuestro siglo.
En su origen los pantalones de este atuendo eran acampanados y muy ceñidos desde la cintura hasta la rodilla.
Y, si estos pantalones de lana fina apenas podían soportar los violentos movimientos y posturas del baile ibicenco, especialmente "la Llarga", en cuanto el bailador se agachaba para bailar esta modalidad de "llarga" agachada, y en el énfasis de los grandes saltos, casi a ras de suelo, los pantalones de la nueva moda... raassss…. de cintura abajo a trozos, todo al aire. Así no se podía con este baile, el orgullo del hombre ibicenco no podía soportar tal "strip-tease".
En contadas ocasiones, en lo que va de siglo, ha intentado bailarse sin demasiado éxito. El principal problema es que hay que ser, algo así como un atleta, con una gran robustez y agilidad de tobillos.
Creemos que entre los jóvenes de hoy, que con tanta afición e ímpetu se dedican a nuestros bailes tradicionales, ganando para nuestra historia además de la admiración de todos, primeros premios mundiales, puedan conseguirlo como lo hicieron sus abuelos a través de milenios.
Si alguna carta fuerte pueden jugar las Pitiusas en el mundo actual, la principal, es la de nuestra antiquísima cultura y tradición mediterránea.
Agradecemos a nuestro buen amigo Antonio Pomar la ilustración especial para este artículo. Excelente colorista y gran maestro de la línea y el movimiento en este dibujo, tal vez el primero de este baile, idealiza nuestra historia, o, si cabe, nuestra prehistoria.
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