El blog de José Barral
Insulario del nesófilo

Insulae Maris Nostri Mediterranei, Salve!
©  JB - Nov. 2005
_________
- Índices: cronológico y temático || In memoriam || Club AMQ || Links
___
- En actualización y revisión permanente, salvo textos impresos (scripta manent...)
- Los links internos no aparecen subrayados

Çarşamba, Kasım 30, 2005

es Vedrà y es Vedranell ('El Viejo' y 'la Vieja')
la historia vivida
[post nº 25]


'El Viejo' a la izquierda, 'La Vieja' a la derecha
El Viejo y La Vieja (foto Juan Pérez Escribano)

Una imagen de hace un siglo, tomada de una foto de la obra Los nombres e importancia arqueológica de las Islas Pythiusas de Juan ROMÁN Y CALVET (Barcelona : Tip. L'Avenc, 1906) fue republicada por mí, para ilustrar mi argumentación toponímica (Diario de Ibiza - La Voz de Ibiza, 10 de sepiembre de 1989, en p. VII). Sa Bestorra en es Vedrà, cual un Jano 'bifronte' pero de 5 caras.... Nos encontramos ante una soprendente escultura monumental, natural o artificial (¿será éste nuestro particular Monte Rushmore pitiuso?)

texto codificado en refacción

¿Por qué llamaron 'La Seca' a Ibiza?
[post nº 26]
(saludos para Tarcisio levanzaro)


teoría de una transcripción

En realidad nadie pretendió nunca llamarla así. Lo que sucedió es que, al adaptar el topónimo preexistente, se transcribió al árabe con las letras consonantes y’b.s. ( ي + ا + ب + س ), que al tener que vocalizarlas el lector de textos escritos, y desconocedor de esta remota región isleña de al-Andalus, se creyó autorizado a hacerlo aplicando la vocalización de una conocida raíz árabe, lo que dio يابسه  yābisa ("seca"). Y cuando se empezó a divulgar tal topónimo, años después de la conquista (las primeras referencias que conservamos datan de mediados del siglo X), el mal ya estaba hecho.
Pero autores árabes que conocían la realidad de la isla, como Ibn Dihya (s. XIII), se extrañaban de dicho apelativo, pues es "isla que yo he visto y que, por cierto, es lo contrario de lo que indica su nombre, por la abundancia de sus árboles y su fertilidad"; y, años después, Ibn Sa‘id dice que "es una isla fértil, a pesar de su nombre".
De todas maneras, prueba de lo que digo, y de la ambigüedad en que se vió envuelto dicho topónimo en los primeros años de la conquista islámica, es que las referencias más antiguas que mencionan a la isla lo hacen con el nombre de Yābis (Qudāma ben Ğa‘far m. el 337/948-9) o Yābus (Hudud al-‘ālam, geografía persa escrita en el año 372/982-3), diciendo el primer autor que es una de las cinco mayores islas de las 172 [hasta aquí p. 97]
[la p. 98 contiene sólo un anuncio, no texto de este artículo]

habitadas y cultivadas que tiene el Mediterráneo, citándola después de Chipre, Creta, Sicilia y Cerdeña, núentras que la otra obra dice que en el Mar de los Cristianos hay seis islas habitadas (Chipre, Córcega, Ibiza, Sicilia, Cerdeña, Creta) y le atribuye un perímetro de 300 millas. Como se observa las referencias son vagas, imprecisas e inexactas, pero sirven para resaltar la importancia estratégica de Ibiza, en el siglo X, su presencia en la incipiente literatura geográfica islámica y, lo que es más importante para nosotros, dejar constancia de un topónimo extraño transcrito a la grafía árabe por perplejos copistas, que en el primer texto transcriben, en algún manuscrito, Ban(i)s ( بانس ), y en el segundo llegan a transcribir Bal(u)s, errores perfectamente explicables en un sistema gráfico defectivo como el árabe.
texto codificado en refacción
Por otra parte, son transcripción comúnmente empleada para el fonema "e", que no existe en árabe clásico, las letras , con lo cual tenemos que la grafía inicial árabe, no vocalizada, del topónimo preexistente quiso transcribir fonéticamente Ebusus o Ebus (Ebusus > Ebuss > Ebus). El desconocimiento de la isla y la no vocalización del árabe escrito hicieron que se transformara rápidamente el topónimo en Yābisa (Ebus ~ Yābis> يابسه Yābisa), al intentar darle un valor etimológico a una mera transcripción fonética. Es curioso que Yāqūt, que en su breve artículo sobre Ibiza trata de explicar esta errónea etimología indebidamente difundida en el siglo XIII ("es el femenino de lo seco [al-yābis] opuesto a lo fresco"), luego en su Diccionario de homónimos geográficos no la cite, ni hable de la otra isla que lleva
[p. 99]
el mismo nombre ("Yābisa") y que con toda razón debe llevarlo, pues se trata de Levanzo, una de las Égades, cercana a Sicilia y que es completamente estéril*, no posee manantiales de ningún tipo y estaba despoblada.
Por otra parte, el hecho de que sea una acuñada voz marinera, existente todavía hoy, para decir "¡tierra!", la palabra yābisa!, y el que a Ibiza se la considere, y se la nombre, como 'La Etapa' por excelencia (al-Mağrā’), como primera tierra, a partir de al-Andalus, en la ruta por las Islas hacia Oriente, contribuyó a mantener la confusión de la falsa etimología.
La evolución gráfico-fonética del topónimo, a partir del árabe, hasta los textos latinos y catalanes es clara (Yābisa ~ Ebisa > Eviza ~ Eviça ~ Evissa > [Eybissa] > [Eibissa] > Eivissa).
[p. 100]
_______________

(Este corto texto forma parte de un artículo mío que se puede leer completo, más abajo, en "Los árabes en Ibiza y Formentera. Conversación con José Barral", (Anuario. Ibiza-Formentera. Mariano Planells IV, 1986, pp. 95-116; el fragmento en pp. 97-100)

Salı, Kasım 29, 2005

los mudéjares ibicencos vindicados

P.- ¿Qué pasó con los musulmanes, una vez conquistada Ibiza por los cristianos en 1235?

R.- Pues que buena parte de ellos, a parte de los fallecidos, expulsados o esclavizados, continuaron viviendo libres bajo el poder feudal. Lo interesante es precisamente la existencia de estos mudéjares, sobre los que casi no se había dicho nada hasta el presente. Así, por ejemplo, tenemos documentados a un grupo de musulmanes tributarios del Infante D. Pedro de Portugal que, procedentes de Eviza, e instalados entonces (el 10 de setiembre de 1235) en Balafia, reciben del Infante dos alquerías y un rafal, situados en el "cuartón" de éste, llamado al-Šarq. El interesante documento, en el que hasta se prevé un servicio (¿de tipo militar?): "... Et servietis nobis, cum opus fuerit; et faciemus vobis expensas dum in nostro servitio fueritis...", serviría incluso para datar el Memoriale divisionis, documento feudal de partición, y suponerlo, lógicamente, anterior a la fecha del 10 de setiembre de 1235. Esto prueba el estado legal relativamente libre, por lo menos de algunos, de los musulmanes supervivientes en las islas inmediatamente después de la Conquista.
Si en 1240 Gregorio IX pide al Infante D. Pedro, Señor de Mallorca (y porcionero de Ibiza), y a todos los templarios y hospitalarios que participaron en la conquista de Mallorca que no permitan que esta isla y la de Ibiza sean pobladas por sarracenos, ha de suponerse que no fueron muy efectivas las recomendaciones pontificias, puesto que tenemos documentación de 1280 en la que se habla de tributos devengados "in Evissa a sarracenis liberis in dictis locis habitantibus et in transeuntibus et venientibus...". Y, en 1290, Alfonso III ordena a Pedro de Libiano que pague un resto de deuda, que su hermano el Infante Pedro había asignado a R. Calvet "super redditibus provenientibus maioricarum et minoricarum ac Evice, tam de christianis, quam de Judeis et sarracenis" .Es previsible que, con el tiempo acabarían integrándose, más que emigrando: ¿problema de aculturación?...
_______
(Este corto texto antecedente, alusivo al tema, forma parte de un artículo mío que se puede leer completo, más abajo, en Los árabes en Ibiza y Formentera. Conversación con José Barral (Anuario. Ibiza-Formentera IV, 1986, pp. 114-115) [Mariano Planells hace las preguntas]

Pazartesi, Kasım 28, 2005

Identifico a la sultana sepultada en la fachada de la catedral de Pisa
[post nº 23]

Había sido capturada por los pisanos en 1114, en el pequeño puerto de Es Caló de Formentera.

la Lauda de la Reina de Mallorca
Lauda de la Reina de Mallorca. Catedral de Pisa

Nuevo enlace (30.11.2005) (con traducción de J. Barral)

texto codificado en refacción

Epígrafe triunfal de la Porta Aurea en Pisa, de 1115, que menciona a Ibiza


Epígrafe de la Porta Aurea
nuevo enlace (30/11/2005)
(trad. ©J. Barral)

texto codificado en refacción

Memorias pisanas: Ibiza y Formentera redivivas
Un epígrafe triunfal, y otros recuerdos de la cruzada pisana contra el reino de las Islas Orientales de al-Ándalus

[post nº 21]



texto codificado en refacción


(textos nuevamente editados por José Barral)

El Agujero del Castellá
[reeditado por José Barral]

[post nº 20]

,, Un texto centenario de José Clapés

Al recuperar del olvido esta deliciosa narración autobiográfica, y legendaria a la vez, del prolífico y polifacético autor ibicenco José Clapés Juan (1863-1916), queremos conmemorar el centenario de su primer escrito publicado, que es precisamente éste y apareció bajo el seudónimo de J. Selpac en el Album Histórico-Científico-Artístico-Literario de El Diario de Palma (tomo octavo, Palma, imprenta de Felipe Guasp, 1887, pp. 9-32). Al introducir "el primer escrito debido a la pluma de un joven ibicenco", decía el editor anónimo del Album: "Temeroso el novel escritor al juicio crítico que pueda merecer este su primer ensayo, oculta su verdadero nombre en un anagrama con que firma, de lo cual, en nuestra opinión, podía haberse excusado, pues su expansión literaria no merece desfavorable censura, sino muy al contrario justa alabanza para animarle a emprender consecutivos trabajos con que alcance sus nobles deseos y pueda sin temor ni zozobra descubrir al público su nombre, como ya podía haberlo hecho en esta ocasión".

[Nota del editor literario]

EL AGUJERO DEL CASTELLÁ
(UNA PÁGINA DE MIS MEMORIAS)

En mis tiempos de estudiante sólo dos verdaderas alegrías pude concebir; ser aprobado en el examen de fin de curso, y marchar a mi país a disfrutar un mes de vacaciones. ¿Puede haber otras mayores? Que contesten como quieran otros; yo creo que nada puede satisfacer mejor los anhelos del joven que durante el año ha vivido entre trabajos y privaciones buscando el resorte que le ha de abrir de par en par las puertas del saber, que el oír de un respetable tribunal la espontánea y desinteresada declaración de que puede conseguir su objeto, de que le han de servir de provecho los desvelos de todo un curso; ni creo que haya otro goce preferible, para el hijo de corazón medianamente sensible, al de correr tras un año de ausencia y acabando de obtener honrosa nota, a disfrutar durante el mes de agosto, las delicias del hogar, aspirando la brisa aromática de los campos y el suave aliento de los mares.

Así, en agosto de 1883, me hallaba en mi casa. Situada ésta bastante separada de otras, como lo están la mayor parte de las casas en el campo de Ibiza, muy cerca de los confines de los pueblos de Santa Eulalia y Ntra. Sra. de Jesús, pero en término del primero, de cuya iglesia dista una legua próximamente [sic], un cuarto de hora a la derecha del camino que conduce de la ciudad de Ibiza a la dicha iglesia y villa de Sta. Eulalia, y poco más separada del mar por la parte opuesta; sobre pequeña colina en el fondo de la no muy dilatada hondonada de Cala-Llonga se levanta al lado de frondoso bosque y casi oculta entre rica arboleda. Creo que difícil sería encontrar muchos sitios que pudieran ofrecer más deliciosos encantos durante los meses de verano. Y añádase a esto que allí nací, que allí jugué en mi infancia y que bajo aquel cielo, siempre claro y trasparente, y que a la sombra de aquellos árboles, o alrededor de la lumbre de aquel hogar, en las veladas de invierno, tomaron cuerpo las doradas ilusiones que acompañan siempre a la inocente juventud; añádase, por fin, que allí tenía, y tengo aún, ancianos padres y hermanos cariñosos, y se comprenderá con qué placer desde el fondo del coche-wagón vería cruzar por ante mis ojos y con la rapidez del viento, montañas y ciudades, y cómo bendeciría al genio que inventó el vapor observando el ímpetu con que el buque cortaba las aguas del mar cuando, ávido de las expansiones de mi hogar, me dirigía, aprobado de los estudios del curso último, hacia mi querida Ibiza.
***

¡Y qué vida más llena de deliciosos encantos que la mía durante ese mes de Agosto! Permitid que la recuerde, que nada es tan grato a la imaginación cuando, convertidas en humo, se han disipado ya las más risueñas ilusiones, como soñar con los recuerdos de otros tiempos.

Entre diez y once de la mañana sacudía el sueño... —¿Cómo? —presumo que váis a exclamar— ¿vivir sólo un mes en el campo y levantarse, durante este mes, entre diez y once? Calma, lector amigo, acaso el relato de algunos episodios de mi vida no se ajuste al cantar de los poetas, mas en cambio ha de ser verídico: y sobre todo espera para juzgar, a que termine.

Dije que entre diez y once me levantaba; leía un rato, y comía con mi familia. Después de comer buscaba a uno que no durmiera la siesta y me pasaba dos o tres horas hablando con él: unas veces era uno de mis hermanos, otras veces mi madre, algunas María, criada ya anciana que habiéndonos tenido, tanto a mi como a mis hermanos, sobre sus faldas, a todos nos quiere con cariño maternal; nunca mi padre, que a él nadie puede quitarle la correspondiente hora de siesta. Pero ya fuera con el uno o con el otro, teníamos siempre cosas que decirnos, confidencias que hacernos y emociones que comunicarnos; y sentados en frente de una puerta por donde entraba la a veces casi imperceptible brisa de verano, o a la sombra de una higuera o de algún algarrobo de esos que han visto número inmenso de años y que aún conservan la lozanía de joven primavera, pasábamos dos ó tres horas de esas en las que de nada se trata, que no se resuelve nada y que sólo de confianzas [sic] se habla, pero que quedan eternamente grabadas en la memoria y cuyo recuerdo es el mayor regocijo en la vejez y también en la ausencia.

Entre tres y cuatro de la tarde tomaba mi escopeta y me iba... ¿Creéis que a cazar? ¡Quia! Llevaba la escopeta por llevar algo, por no dar motivo de burla a las gentes al recorrer, sin hacer nada, montes y llanuras, pero mi objeto era tan sólo dar la vuelta a las colinas y subir a sus cimas, atravesar bosques y explanadas, llegar a las montañas más altas de la comarca, para admirar desde allí los vistosos panoramas que desde casi todas las alturas de Ibiza se descubren, bajar de la altura para visitar tal o cual objeto que desde allá había distinguido, pasear por las orillas del mar permaneciendo a veces horas enteras sentado sobre las peñas, recorrer en todas direcciones y observar en sus menores detalles el país, hablar largos ratos con éste o con el otro vecino que encontraba trabajando, que de todos era amigo y de todos me deleitaba escuchar sus palabras, rústicas a veces pero siempre rebosando esa franqueza y lealtad que son más comunes en los campos que en las grandes poblaciones, y de que son dignos de fama los campesinos de Ibiza. Y al acercarse el sol al ocaso, al entonar los pájaros sus cantos de amorosa despedida a la luz, ante la cual va tejiendo invisible genio finísimo velo, que aumenta en espesor más y más a cada momento, hasta que por completo cierra la noche, entonces, yo me dirigía al sitio en donde estaban trabajando mis hermanos y mi querido padre. Y juntos, tras de sacudirse ellos el polvo y después de haber encendido, sentados sobre una piedra, un cigarro, emprendíamos con animada charla el camino de la casa. Después de la cena me contaban ellos algún chascarrillo o sabroso suceso, o les refería yo algo de lo mucho curioso que se observa en las grandes poblaciones, y contentos todos nos íbamos, ellos, a dormir y yo... ¿a qué, lector, no adivinas a dónde? Pues voy a decírtelo.

No muy lejos de casa vivía una niña encantadora, uno de aquellos tiernos capullos que a penas se atreven a mostrar al sol su corola, temerosos de que se agoste su lozanía, un ángel en forma de mujer, que para mí tenía dos focos de luz divina por ojos, rosas y claveles por mejillas y labios, marfil por dientes, trenzas de oro por cabellos, y una gracia y... un incomprensible no sé qué de celestial beldad que enloquecía al más frío e indiferente. Y a las doce, o a la una, cuando sus padres ya dormían y la naturaleza toda estaba entregada al descanso de la noche, se me podía ver a mí deslizarme silenciosamente por tras una pared hasta llegar a una ventana, dar en ésta algunos golpecitos con los nudillos, ¡y con una suavidad!, y esperar un momento; pronto la ventana se entreabría y mi sol encantador aparecía en ella, alumbrando mi amor.

¡Con qué placer te haría partícipe, lector querido, de la felicidad que embargaba en aquellos momentos mi corazón, con que complacencia me detendría aquí para contarte nuestras pláticas amorosas, y los juramentos de recíproco cariño que nos hacíamos poniendo por testigo a Dios y los ensueños de felicidad que para lo porvenir nos forjábamos, y... pero ni a tí te importa esto, ni yo debo distraerte por más tiempo de tus serios trabajos, pues que te supongo, de acuerdo con la presente generación, burlándote de cuanto tenga el menor viso inocente de puerilidad. Permite pues, que termine diciéndote que mi sol murió, y que yo he logrado si no olvidarle, recordarme de él sin pesar. ¡Ya se ve! La fría indiferencia se va apoderando del corazón a medida que se secan las ilusiones.

Al amanecer, cuando los pájaros saludaban la venida del día, me iba a casa, y casi siempre al despuntar el sol por encima de la colina cercana, yo, tras de admirar un momento la obra sublime del Creador, cerraba, para dormir, los ojos.

He aquí mi vida en el mes de vacaciones. A alguien podrá parecer tal vez desarreglada; mas yo sospecho que para el joven que sueña en amores nada puede haber sujeto a determinado método, que siempre en la lucha que sostienen corazón y entendimiento vence el primero, en el punto capital al menos, y sobre todo, muy bien pueden permitirse unos días de solaz al que luego ha de encerrarse, durante un año, en estrecha cárcel teniendo sólo libros de texto por pasatiempos y graves profesores por compañía.

Pero llevo ya escritas muchas líneas y aún no he llegado a tratar del asunto, objeto de este artículo. ¡Que nadie lo extrañe! El recuerdo de las felicidades pasadas es un oasis en el triste campo de nuestros pesares.

Dije antes que mi ocupación casi constante era, durante parte de la tarde, recorrer de uno a otro confín, el país. Pues bien, en una de aquellas tardes, la del 17 del antes citado Agosto, dirigí mi paseo al Castellá. Es éste un cerro que teniendo sus orígenes en la pequeña cala Salto den Serrá, o Sol den Serrá como le llaman en el país, avanza dentro el mar hasta recibir en su extremo el nombre de Cabo Lebrell, y termina formando la margen izquierda del puerto de Cala-Llonga; acaba en dos picos, entre los cuales se origina una pequeña cañada en cuya última parte, en inmediaciones del puerto, hay algunas higueras sembradas en otro siglo sin duda; todo el resto del cerro está poblado de altos pinos y espeso bosque. De los dos picos, el más cercano al llano, que al pie del cerro se extiende, tiene unos 180 metros de altura, y el otro se eleva aún algo más.

Las cuatro de la tarde serían cuando, separándomc de mis hermanos, que estaban trabajando en el huerto inmediato al puerto, empecé la subida. Al llegar al pico más bajo encontré, en una plazoleta, un montón de piedras que figuraba ser las ruinas de un pilar, según algunas de ellas que aún se hallaban en su sitio; no supe lo que podía aquello significar; sin embargo lo miré con cierto respeto, como si me dijera ya el corazón que eran vestigios del saber y no de pastoriles juegos. Después ha caído en mis manos la importantísima obra del general Ibáñez, Descripción Geodésica de las Baleares,el Castellá, vértice de segundo orden gódesico, en el mapa de C. Ibáñez de Ibero (1869) y he visto que, en efecto, los tales vestigios deben de serio de una señal de observación que situó allí, para la triangulación de Ibiza y Formentera, aquel hombre superior, a quien tanto y tan bueno debe la Ciencia. Confieso que otra vez que he visitado aquella y otras señales, después de la lectura de las 849 páginas de que consta el libro (de las cuales tiene 192 dedicadas a Ibiza), he sentido profunda admiración por el sabio que, ostentando en su uniforme las insignias de elevada categoría, no se desdeñó de recorrer, por bosques y alturas, tales parajes. Digno de respeto creo al talento esclarecido, pero no lo es menos a mi entender la aplicación, y en el señor Ibáñez se encuentran reunidas ambas cualidades. ¡Si será merecedor de veneración el recientemente nombrado, en las conferencias de Berlín y por unanimidad, presidente de la Asociación Geodésica!

Llegué hasta el pico más alto, y desde allí contemplé a mis pies, por una parte casi toda la vertiente S.E. de la Isla con sus colinas y cañadas, con los campanarios de sus iglesias y a lo lejos las altas montañas que la limitan; por la otra, una extensión indefinida del mar, cuyas olas cortaba alguna que otra barquichuela que se acercaba a la costa o que iba en busca de refugio en el puerto de Ibiza o en el de Cala-Pada, frente a la villa de Santa Eulalia. Avancé por la pequeña explanada que en la parte superior se forma y al poco tiempo, en el centro próximamente, encontré un agujero que tendría poco más o menos metro y medio de diámetro, y que estaba abierto en la roca, siendo su construcción bastante esmerada;'el agujero del Castellá' que vería Clapés (foto J. R. 1986) estaba cegado hasta poco menos de dos metros del borde superior, y en el fondo había una mata; supongo que estará aún lo mismo. Por más que medité no pude sospechar quién habría abierto aquel agujero, ni con qué objeto podría haberse construido, hasta que sorprendiéndome en su examen un honrado vecino de casa, que dejado el trabajo se disponía a bajar del monte, se entabló entre los dos, después de encender [un cigarro], sentados al borde mismo del agujero, la siguiente conversación:

—Estaba ocupado en examinar este agujero que si he de decir la verdad no sospecho con qué objeto podrá haber sido hecho.
—¿Y tú no sabes lo que se cuenta de este agujero?
—No; ¿lo sabes tú?
—¡Pues no lo he de saber! —¿Quieres que te lo cuente?
—No deseo otra cosa.
—Escucha pues. Los primeros que vinieron a poblar la isla de Ibiza y con ella el resto de las Baleares fueron...
—Dodanim y Elisa.
—Y esto sucedió hace muchísimos años.
—En el 131 después del Diluvio, o sea el 2217 antes de Jesucristo: procedían de Italia, en donde estaban establecidos, y vinieron con sus hermanos.

—Entre las varias ciudades que erigieron en las Islas, se sabe de una que fundaron en Ibiza, se ignora en qué punto, si bien se dice, no sé con qué fundamento, que estaba contigua al Sol den Serrá, y al pie del Puig den Ramon que tenemos delante (el más bajo de los dos cerros que forman el Castellá). Lo que sí se sabe es que a Dodanim y Elisa les sucedió en el gobierno de las Baleares su hijo Phanat, quien como residiera en Mallorca, corte de sus padres, nombró Gobernador de Ibiza a un tal Guetsem.

Al propio tiempo que las Baleares fue también poblada la Península, pero las Islas se mantuvieron independientes, logrando con esto tranquilidad sus habitantes, hasta que en los tiempos de Phanat empezaron los moradores del vecino continente a hostigar a los isleños. De los dominios de éstos el punto más expuesto a un ataque, por su mayor proximidad al país del enemigo, era nuestra Isla, por lo que Guetsem se dispuso, con sabias medidas y obras inexpugnables a una defensa obstinada, para la cual llevaba ya escondido dentro del pecho ese valor ingénito que en el transcurso de los siglos han demostrado poseer los ibicencos.

El gobernador de Ibiza contaba con pocas fuerzas para oponer a las numerosas que podían atacarle de un momento a otro, pero era sagaz como valiente y al propio tiempo que se disponía, como hemos dicho, al combate, debía buscar un rincón en donde asegurar, en caso desgraciado, sus más valiosas perlas y los objetos por él más queridos, entre ellos los huesos de sus padres Purró y Gutschina, y sobre todo un sitio que, ofreciendo abrigo seguro, tuviera fácil retirada. ¿Cómo hallar una posición con todos los requisitos? Nada más fácil, se diría Guetsem: construyéndola. Y al efecto reunió a muchos trabajadores y se fue con ellos al pie del Castellá; allí, en la parte del llano, abrió una galería subterránea por la que podían pasar dos hombres de pie y uno al lado del otro, prolongándola hasta salir al extremo opuesto en el mar, se ignora en qué punto, si bien se sospecha fuera en una cueva por donde ahora entran las olas con espantoso estruendo. En el sitio que calculó, debajo del pico más alto, hizo construir, ensanchando las excavaciones, un edificio compuesto de porchu, cocina y varias habitaciones; en una de éstas, arreglada a manera de un panteón, colocó desde luego los restos mortales de Purró y Gutschina; otra, la mayor de todas, la destinó a provisiones de las cuales podía encerrar para mucho tiempo, y las restantes para albergue de los que tuvieran que refugiarse allí algún día.

Comprendiendo luego que sería casi imposible la vida con la corta cantidad de aire que podría. entrar por las puertas, arregladas conforme veremos después, se abrió desde la cima de este cerro una chimenea, la cual se subdividió, a unos cuantos metros de profundidad, en varios ramales correspondientes a las diferentes habitaciones.

Se arreglaron después las puertas del subterráneo dejando en cada extremo un agujero por donde difícilmente pudiera pasar un hombre; tapáronse aquellos agujeros con grandes piedras, y quedó todo según la voluntad y el gusto del Gobernador Guetsem.

—Comprendo perfectamente que esto constituyera una posición inexpugnable, atendidos los medios de ataque de entonces, pero ¿y la retirada?

—Todo lo comprendían ellos de este modo: lo más lógico era, tratándose de un enemigo desconocedor del suelo, que hiciera el desembarco en la costa más cercana y ésta era la opuesta precisamente a este punto: los combates debían empezar, pues, en la playa de San Antonio o en los montes de San Juan y, en caso de ser vencidos los naturales, debían retirarse hacia esta parte de la isla en donde nos encontramos nosotros. Pues bien, se dirían ellos: defendemos palmo a palmo nuestro país, y si obligados por el mayor número tenemos que retiramos, llegamos hasta aquí y durante la noche, cuando nuestro enemigo, confiado, porque nos creerá sin escapatoria, deje un momento de acosarnos, nos introducimos en el subterráneo, y entre tanto que cree, al apercibirse de nuestra desaparición, que burlando su vigilancia nos hemos evadido, nosotros esperamos allí tranquilos a que los de Mallorca, avisados con anterioridad, vengan con sus buques a libramos.
—¿Y llegó a aprovecharse Guetsem de aquel ingenioso artificio?
—Ni Guetsem ni sus sucesores. Por entonces cesaron los del Continente de acosar a los isleños y éstos continuaron independientes durante algunos siglos. Tan sólo al apoderarse del Gobierno de España el extranjero Gerión, que dicen fue el séptimo rey de la Península, perdimos la independencia, pues que el tal monarca agregó a sus estados las Islas: esto sucedió... muchos años después de lo de Guetsem.
—Hacia el año 1104 antes de Jesucristo. ¿Y qué hicieron los ibicencos al atacarles Gerión?
—Como denodados campeones pelearon por su país, mas cuando vieron que era inútil la resistencia, fue el Gobernador, que nadie sabe como se llamaba, con su familia y algunos nobles a refugiarse en el subterráneo, para embarcarse en la primera ocasión oportuna, pero al llegar a la puerta, y quitar la piedra, encontráronse con que se había hundido gran cantidad de tierra, obstruyendo la galería en su parte central próximamente: no había ya tiempo de recomponerlo y por tanto no tenían más remedio que entregarse a Gerión. Pero dispuestos a que no descubriera éste el escondrijo, en donde un digno gobernador de la Isla había guardado sagradas reliquias, cegaron y disimularon de tal manera la puerta, que pasada aquella generación se perdieron por completo todos sus rastros. Hoy sólo queda de aquel subterráneo este agujero, que se supone sea la boca de la chimenea; y esta tradición que se conserva después de tantos siglos.

Terminado el relato nos levantamos, dirigiéndonos en busca de mis hermanos que me esperaban ya para encaminarnos al paterno hogar.

¿Habrá en eso algo de verdad?, me pregunto a veces.

J. Selpac

___

NOTA DEL EDITOR LITERARIO: En la presente edición he respetado escrupulosamente el texto de la primera (1887), suprimiendo únicamente evidentes erratas de imprenta. Corrijo las típicas "geadas" ("g" por "j") del siglo XIX ("tegiendo, sugeto, parages, estrangero"), pero conservo la curiosa "próximamente" (en vez de "aproximadamente"), por considerar que no es errata, sino voluntad de autor, al haberla empleado así tres veces. He tenido que cambiar bastantes grafías s por x. Retengo su ortografía de porxo ("porchu"). Suprimo los arcaicos acentos ortográficos en monolíteros y monosílabos y normalizo acentuación general con relación al uso actual. De igual modo, la puntuación está totalmente revisada para hacer más legible el texto reproducido. Por último, la ortografía actual, y correcta, de la toponimia menor no castellanizada, que aparece en el texto como en la edición de 1887, es: Puig d'es Castellar, Salt d'en Serrà, Sol d'en Serrà, Cap d'es Llibrell. Puig d'en Ramon.

José Barral ,,
___

(Anuario. Ibiza-Formentera IV, 1986, Mariano Planells, Ibiza 1985, pp. 123-130)
________________________________________________

foto Juan Pérez Escribano
topografía y toponimia en 'es Castellar'


foto Juan Pérez Escribano (2 de febrero 2006)
'el agujero del Castellá' era... una antiquísima cisterna rupestre
(Juan Pérez Escribano, febrero 2006)


planta y alzado (J. Mª López Garí, 1986)


Ver arriba, en este misno blog:
¿nuevas excavaciones arqueológicas en Cap des Llibrell? y paseo por la cumbres en busca de la historia

texto codificado en refacción

Los árabes* en Ibiza y Formentera
Conversación con José Barral

[post nº 19]

P.- Usted se ha referido a la corroboración de alguna de sus teorías, sobre etimología toponímica, en un mapa turco que, según dice, es el primer mapa detallado de Ibiza y Formentera. ¿Podría desarrollar esta idea' y publicar en el Anuario una reproducción de dicho mapa? [Mariano Planells hace la pregunta]

Ibiza y Formentera en una carta turca de 1526 (foto JB 1985, apareció en b/n en el 'Anuario' 1986, p. 113). Este fue el primer mapa otomano publicado en las Pitiusas

R.- El topónimo a que me referí en público y que aparece citado en la amplia descripción (tres páginas) de las islas que acompaña al mapa en cuestión, es el de Balanzat, cuyo origen etimológico no es ni el propuesto, de manera un tanto simplista, por parte de J. Corominas, ni por las elucubraciones de R. Legros que lo enlaza con étimos vascos; es simplemente un topónimo con componente antroponímico (Ba‘al ‘ayn Sa‘d, "el ba'al de la fuente de Sa‘d". Un ba'al es un terreno de cultivo que no necesita ser regado). Lo que conocemos posteriormente como Puerto de Balanzat, aparece en el mapa turco como Porto Bāl-Sayıd. Todo ello corrobora una tradición cartográfica árabe, que, sumada a la mallorquina e italiana, influencia este magnífico portolano turco otomano, que se complementa con observaciones directas y personales de su autor y el diseño cartográfico del mismo, totalmente original y novedoso.
Este mapa forma parte de una obra voluminosa (Kitab-ı Bahriye) de Piri Reis, almirante turco que la redactó para su uso personal, apoyándose en sus propias observaciones y en abundante material recogido por él en su base de Gallipoli, en los Dardanelos. Describe profusamente todo el Mediterráneo y acompaña más de doscientos mapas de sus costas. Tan útil y celebrada fue la obra, que de ella se hicieron numerosas copias manuscritas, que se conservan en buena parte, e incluso el Sultán Solimán el Magnífico quiso conocerla y así se preparó una versión revisada para el Sultán, de la que existen igualmente algunas copias con espléndidas reproducciones cartográficas, que forman parte de pleno derecho de las obras maestras del arte de la miniatura, por su magnífico diseño. El mapa que reproducimos forma parte de la segunda versión, que se finalizó en 1526. De todas maneras, teniendo en cuenta la primera versión y los datos recogidos personalmente por el autor, se puede datar fehacientemente su información cartográfica en la últinia década del siglo XV.
Sobre esta interesante pieza cartográfica, y su útil comentario adjunto, tengo preparada una monografía (Ibiza y Formentera en el portolano turco de Piri Reis) que verá pronto la luz. Avanzo, sin embargo, como datos sobresalientes en dicho mapa, la representación gráfica de las iglesias de Santa Eulalia y San Antonio anteriores a las existentes hoy, los molinos de Santa Eulalia junto al río, la torre de s'Espalmador, así corno la Illa Plana separada de tierra firme por las marismas.

----
Este corto texto antecedente, alusivo al tema, es un fragmento (pp. 112-114) de mi artículo "Los árabes en Ibiza y Formentera. Conversación con José Barral" (Anuario. Ibiza-Formentera IV, 1986, pp. 95-116), que se podrá leer completo aquí, una vez concluida su digitalización.
______
* En el título la expresión 'árabes', no del todo exacta en este caso, no es mía sino de la editorial.


texto codificado en refacción

Pazar, Kasım 27, 2005

El rey noruego Sigurð en la 'Cueva de los Hombres Azules'
(El Liber Maiorichinus y 'Sa Cova d'es Fum' en Formentera)

© J. Barral

Los del velo, hombres azules de una taifa pirática insular*

dibujo de Vicent Roig-Francolí 'Franky' (publicado en la 'Rondaia de sa Història d'Eivissa' de Mariano Planells, 1994)
Estratagema de asalto con una 'barka' a 'sa Cova des Fum', acantilados de La Mola
___

* Trabajo inédito, previsto para su publicación en el Anuario de Ibiza y Formentera de 1995, año en el que precisamente cesó su publicación esta revista

texto codificado en refacción

al-Šabbīnī en compañía ... del mosto sarraceno
dumque saraceno satiant sua corpora musto

[post nº 17]

O... el épico Liber Mariochinus (v. 3,126) versus al-Šabbīnī
(poema báquico inédito de Idrīs)

texto árabe manuscrito del fragmento poético de al-Sabbînî

[EMBRIAGUEZ]

Apoyándose en las palmas de sus manos las cabezas,
lo que me afectó a mí les produjo borrachera.

Seguí escanciando bebida, mientras bebía sus dones,
hasta que yo me incliné y ellos siguieron mi suerte.

Sabe el vino muy bien como tomar sus revancha,
ya que me inclinó a mí, al inclinar yo su jarra.
(rima -ālanī, metro kāmil)

___

Este fragmento inédito del poeta ibicenco del siglo XI al-Šabbīnī, nunca antes editado ni traducido, proviene de un manuscrito medieval conservado en una biblioteca de Estambul. La traducción de © J. Barral (1983), es la primera que se hizo a lengua alguna. Sobre el particular del vino ibicenco en aquella época, veáse alusión de J. Barral en artículo publicado La rotta delle Isole, p. 39 y n. 24)

Babaluet: toponimia y leyenda en Ibiza
(El texto del estudio que sigue, en © fragmento inédito, se preparó para ser publicado en Oralità e memoria, edición italiana)
[post nº 16]


habitación de los Babalueta imaginada por Claessens (cueva en el Puig des Molins)

[fragmento]

Vicent Tur 'Fornàs' (seudónimo 'Xacoters de Balafi'), prolífico folklorista ibicenco (+), me regaló este texto inédito suyo, en 1987. Lo estudio aquí, junto a otros textos folklóricos y literarios, y las evidencias históricas y arqueológicas en torno al topónimo urbano árabe ibicenco Bāb al-ahwāz.

COVA BAB-EL-OUET

(Xacoters de Balafi)

Vulgarment tal cova és coneguda pes nom de “Cova des Babaluets”, però es nom originari és purament aràbic, “Bal-el-Ouet”, que vol dir Porta del Nord.*
___

Diu sa fada Massiana
qui el sapi desencantar
an es bou de dins sa cova
es més ric del món serà.

Sa cova es Babaluets
as peu des Molins està,
dins té un encantament
que una fada exposà.

Quan Eivissa era des moros
una prencesa arribà,
s’al•loteta més polida
que mai cap jove mirà.

Un jeque ric la pretén,
ella no s’hi vol casar;
quan ja s’hi veu obligada
a una bruixa va anar,

que li va coure un potingo
i es morros li va untar:
“Deixa’t dar una besada
i es jeque bou tornarà”.

Locta com digué sa bruixa
al sol post tot va passar:
es jove quan es veu bou
dins sa cova s’amagà.

D’aquell temps finsos aquí
no ha set vist ni sortirà.
Diu sa fada Massiana
com se’l pot desencantar.

Dins sa Cova es Babaluets
es té que anar-lo a cercar;
ell té vergonya i s’amaga,
se l’ha de sebre agafar.

Com fa segles que no menja,
vint plats de cuinat voldrà:
sa païda molt pesada,
tot d’una s’adormirà.

Un pèl blanc que té a sa coua
de seguida heu d’arrencar,
llavor encendreu un foc
i dins ell l’heu de cremar.

Quan es pèl es retorceixca
es bou d’or es tornarà;
de dins ell sortirà es jeque
det l’Àfrica fugirà.

Es bou d’or allina es queda
pes valent que assolirà
desfer tal encantament
que una bruixa va bruixar.

Vicent “Fornàs”


[transcripción literal del poema: JB, 14.12.04 - revisión ortográfica: JA, 16.12.04]
______
* Véase el texto de la nota que sigue.



Babaluet, que E. A. Claessens de Jongte atribuye a nombre de una familia árabe del tiempo de la Conquista cristiana, y sobre el que borda una hermosa leyenda; o que autores más recientes han convertido en inquietante barruguet que pululaba por la cueva en la que, según Claessens, vivía refugiada la familia que él llama Babalueta, no es sino una reminiscencia popular de una purísima transcripción de un topónimo árabe urbano: Bāb al-ahwāz (la "Puerta de los alfoces"), que correspondería a la puerta de las murallas hacia poniente, y en la que desembocaría el antiguo camino de ses Figueretes. Sería probablemente la que hoy parece hallarse incluída en los muros de casa Fajarnés en Dalt Vila, según A. Costa Ramón. Naturalmente que ésta es la interpretación que hay que dar al topónimo (Bāb al-ahwāz > alhaueth > aluet) y no la de Bab-el-Ued, que le han dado J. Castelló o J. H. Fernández y J. Padró (la "Puerta del Valle").

Este corto texto antecedente, alusivo al tema, forma parte de un artículo mío que se puede leer completo, más abajo, en Los árabes en Ibiza y Formentera. Conversación con José Barral (Anuario. Ibiza-Formentera IV, 1986, p. 106)


texto codificado en refacción

Benedetto Bordone: autor de la primera carta marina impresa de las Islas Pitiusas (1528)
© José Barral (trabajo inédito)



texto codificado en refacción

salineros en Ibiza a principios del siglo XX
_______

Bibliografía: José Barral en 1985 (en panel preparado por mí con este mapa, y otros turcos, exposición en el claustro del Ayuntamiento de Ibiza) y, de nuevo, en 1989, fue el primero en llamar la atención sobre la obra de B. Bordone como fuente para la historia y la cartografía pitiusas. Anna Colomar Marí, incluye en su Catàleg del Fons Cartogràfic de l'Arxiu Històric d'Eivissa (segles XV-XIX), Eivissa 2001 (Fitxa 34, pp. 86-87), una descripción de la reproducción que yo había entregado al Arxiu Històric después de la mencionada Exposición de 1985, esta ficha sin embargo contiene alguna lectura errada en toponimia.

de Formentera a Pisa
(Historia breve de una dinastía insular)

© José Barral 1994

monarcas Labûníes y Aglabíes - algunos textos sobre la dinastía

© La Enciclopedia Barral de Ibiza y Formentera

foto José  Juan Castelló

texto codificado en refacción

La Fātiha en las rondallas ibicencas

basmallah en caligrafía artística

La conocida fórmula de encantamiento, que hallamos, por ejemplo, en las rondalles ibicencas: "per la Fat-i-fa que ma mare m'ha donat i ma germana m'ha encomenat…" significa, ni más ni menos que "¡Por la Fātiha que mi madre me ha dado y mi hermana me ha transmitido" [que lo que voy a decir se cumpla]. Como ya probó hace tiempo J. Busquets Mulet, ésta es una reminiscencia del nombre de la primera azora del Corán (al-Fātiha), a la que los musulmanes le atribuyen propiedades cuasi milagrosas, y curativas, igual que, en algún momento, se utilizaba el Evangelio en el campo ibicenco, por ejemplo poniéndolo sobre los enfermos para impetrar su curación. En el mundo Islámico hay incluso extensos tratados sobre las pretendidas propiedades de la primera azora coránica, con cuya invocación creían se desencadenaba todo un proceso de apertura de sucesos reales e irreales. Al fin y al cabo el mismo nombre de la azora significa "la apertura". En algunas versiones de Las Mil y Una Noches, la f6rmula mágica para abrir la caverna de los ladrones, en el cuento de Alí Babá, comienza precisamente por esta invocación: "¡En nombre de la Fātiha, ábrete sésamo!". En el cuento ibicenco Es geperut i ses fades ("El jorobado y las hadas"), editado por J. Castelló Guasch, aparece esta fórmula en todo su purismo, y no deteriorada, en la que se puede fácilmente reconocer esta reminiscencia islámica, naturalmente no consciente, en la rondallística popular ibicenca. Otros autores (M. Planells, M. Ferrer, etc.), la transcriben un tanto desfigurada, pero siempre reconocible.

(Este corto texto, alusivo al tema, forma parte de un artículo mío que se puede leer completo, más abajo, en Los árabes en Ibiza y Formentera. Conversación con José Barral (Anuario. Ibiza-Formentera IV, 1986, p. 116)
______
(Jaime BUSQUETS MULET, "LA FĀTIHA en los cuentos populares baleáricos", Orientalia Hispanica sive studia F. M. Pareja octogenario dicata, edenda curavit J. M. Barral, vol. I Arabica - Islamica. Pars Prior, E. J. Brill, Lugduni Batavorum, MCMLXXIV, OH.I.1, pp. 155, 156, 157 ).

Cumartesi, Kasım 26, 2005

'Abdallāh, al-Murtaḍà, primer rey independiente de las 'Islas Orientales de al-Ándalus'
Identifico en Pisa (1979) su lauda, y dato su biografía

[post nº 11]

Lauda de 'Abd Allāh ibn Aglab al-Murtadà, Chiesa di San Sisto in Cortevecchia, Pisa
ver nueva edición de ©J. Barral
Lauda de 'Abd Allāh ibn Aġlab, al-Murtadà
Chiesa di San Sisto in Cortevecchia, Pisa

( José Barral, "Encontrada la lauda del emir al-Murtadà, primer rey independiente de las Islas", in Anuario de Ibiza y Formentera, Núm 12, Ibiza 1994, pp. 119, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 126, errata )

Σκιάθος

Skiázos decide hermanarse con Formentera
[post nº 10]

dos cartas de marear otomanas de 1521
Σκιάθος y Skópelos               Formentera e Ibiza

Skiázos (Σκιάθος) 22 de noviembre 2005.
La isla griega decidió hoy oficialmente, en pleno municipal y por unanimidad, el hermanamiento con Formentera, nuestra isla pitiusa.

Coincidió la decisión con el encuentro entre munícipes de ambas islas, presididos por los respectivos alcaldes, Isidor Torres y Nicholaos Lomaritis (La isla griega de Skíathos decide hermanarse con Formentera, Diario de Ibiza, Edición digital, 23/11/2005)

Su historia insular tiene aspectos comunes, en el espacio-tiempo.

Yo quiero festejar esta, para mí, refrescante noticia, aportando a sus fuentes históricas respectivas mi personal contribución: dos mapas turcos manuscritos e inéditos del siglo XVI, nunca antes publicados, ni vistos por ojos entendidos. Y los ofrezco a ambos pueblos insulares, por ser mediterráneos, y por tanto muy míos.

El mapa de Formentera, representada en la carta junto a Ibiza, es el primero exento de la cartografía pitiusa en el tiempo: 1521.

Insulae Duae Maris Nostri Mediterranei, Salve!

Noticias relacionadas:
Skíathos y Formentera se acercan (Diario de Ibiza, Edición digital n. 2536, noviembre 2005) || Tres olivos como símbolo de amistad (Diario de Ibiza, Edición digital n. 2537, noviembre 2005) || Hermanamientos (Diario de Ibiza, Edición digital n. 2615, JUEVES 09 FEBRERO 2006)

Cuma, Kasım 25, 2005

Ibn Ğubayr junto a Es Vedrà (14-17/4/1185)
José Barral

la historia vivida
[post nº 9]


a la izquierda 'La Vieja' (Es Vedranell), a la derecha 'El Viejo' (Es Vedrà)
Es Vedrà y Es Vedranell

Leer la historia completa en J. Barral, "Ibn Ğubayr pasa por las Islas (14-17.4.1185)" (Diaro de Ibiza, 19/5/1985, pp. 27, 28, 29)
________________

Una imagen de hace un siglo, reeditada por mí en 1989, evidencia claramente la denominación 'el Viejo' como origen etimológico del nesónimo Vedrà (fotografía publicada originalmente por J. ROMAN Y CALVET, en su monumental obra Los nombres e importancia arqueológica de las Islas Pithyusas, Barcelona 1906)

Comedores de sombras persiguiendo la nada: Alucinaciones en torno a un supuesto texto árabe de al-Maqqarī sobre Formentera

José Barral (trabajo inédito)

texto codificado en refacción

Entrevista a José Barral (10/9/1989)

José Manuel Barral desvela datos inéditos sobre la historia musulmana de las Pitiusas
la historia vivida
[post nº 7]


( Diario de Ibiza - La Voz de Ibiza, 10 de sepiembre de 1989, pp. VI, VII, VIII )

Un ataque en Cuaresma según el Liber Maiorichinus. Formentera 1114 – Primavera

fragmento de lápida árabe hallado en can Constantílápida árabe de can Constantí
Formentera
  boca de 'sitjeta de moro'

texto codificado en refacción



(José Barral S. , in La rotta delle isole / La ruta de les Illes, a cura de Lucca Scala, Arxiu de Tradicions, Studi Storici 2, Grafica del Parteolla, Dolianova maggio 2004, pp. 33-51)